lunes, 4 de junio de 2018

Así se gestó hace 100 años el estallido cordobés que inspiró al mundo con la Reforma Universitaria


Trenado, Juan Manuel. «Así se gestó hace 100 años el estallido cordobés que inspiró al mundo con la Reforma Universitaria». La Nación, 10 de marzo de 2018, https://www.lanacion.com.ar/2114885-asi-se-gesto-hace-100-anos-el-estallido-cordobes-que-inspiro-al-mundo-con-la-reforma-universitaria.

En momentos límite la tensión es inevitable. Alguien que quiere conservar la tradición, alguien que intenta modificar el curso de la historia. Ambas partes saben cuánto está en juego. Ninguno está dispuesto a ceder. En ese contexto, hace cien años, la educación argentina cambió para siempre. La Reforma Universitaria, que encontró su principal impulso en el estallido de los estudiantes cordobeses, no sólo permitió la reconstrucción de los planes de enseñanza en el país, sino que fue una inspiración para los alumnos de todo el mundo.
Para comprender las tensiones que dieron origen a esta revolución, basta con repasar el diálogo que el rector de la universidad de Córdoba, Antonio Nores, tuvo con Ismael Bordavehere y Enrique Barros, los representantes de la flamante Federación universitaria, el 17 de junio de 1918.
Nores, que tenía que asumir su cargo, eludió la manifestación y logró entrar a las instalaciones de la universidad de Córdoba por la puerta de la Facultad de Ingeniería. Luego invitó a los estudiantes a su despacho. Los jóvenes tomaron la palabra: "En nombre de la Federación venimos a poner en su conocimiento la gravedad del momento. La juventud está en las puertas de la universidad dispuesta a apoderarse de ella. Y ya lo ha visto: ha sonado el toque de atención de la policía y nadie se ha movido. Están dispuestos a hacerse matar. Venimos a pedirle la renuncia".
-¡Es un atrevimiento!, exclamó Nores.
-Es un exceso de sinceridad, doctor. No somos nosotros, es la juventud, el pueblo de Córdoba.
-Estoy dispuesto a jugar mi vida y si debe quedar el tendal de cadáveres de los estudiantes, que quede, pero yo no renuncio.
-¡Viene la masacre, doctor!
-La fuerza nacional y la fuerza policial están dentro de la Universidad, y si debe masacrarse, que sea. Pueden quedar dentro de la Universidad para calmar los ánimos y tratar de que esto se arregle mansamente.
-Nunca, doctor. Nos debemos a los que esperan afuera nuestra respuesta. Perder minutos es perder la vida de nuestros compañeros. La responsabilidad pesa sobre usted.
Tras este diálogo cargado de tensión, Nores llamó a los policías, que intentaron detener a Bordavehere y a Barros, pero lograron escaparse por la ventana.

El contexto propicio
El mundo estaba pendiente de la guerra en Europa y de la revolución bolchevique. La Argentina, en el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen, se debatía entre dilaciones políticas, con intervenciones en Jujuy, Corrientes, Salta y los conflictos por la huelga ferroviaria. El sufragio universal para los hombres había sido aplicado por primera vez en 1916. Córdoba estaba cerca de las elecciones para diputados.
En diciembre de 1917, el Consejo Superior de la Universidad suprimió el internado del Hospital de Clínicas, una medida que para algunos pudo ser apenas el aleteo de la mariposa, pero que desencadenó una serie de sucesos que condujeron al caos. El hecho generó las primeras protestas de los estudiantes y removió las profundidades de sentimientos contenidos durante años. Los estudiantes reclamaban que la anquilosada posición de la Universidad limitaba el desarrollo científico.
Primero fue una tibia carta al diario La Voz, en la que se pedía por los derechos perdidos en el internado: "Es una necesidad docente imprescindible, reconocida en todas las escuelas de medicina del mundo".
Luego, el 7 de marzo, el Consejo Superior tomó otra medida antipática, con la modificación del régimen de calificaciones. Los estudiantes de la cátedra de medicina, protestaron solicitando a los alumnos que no se inscribieran. También alentaron a los practicantes a dejar sus lugares en las clínicas.
Tres días después se llevó a cabo la primera protesta. "Muy concurrido estuvo el mitin de solidaridad estudiantil bajo los auspicios de los centros de medicina, ingeniería y derecho. [.] La columna recorrió las avenidas General Paz y Vélez Sarsfield. [.]", publicó LA NACION. Los jóvenes querían acelerar los trámites de la reforma, al tiempo que pedían que se derogaran las ordenanzas que los afectaban.

Manifestaciones de estudiantes en las calles de Córdoba
Fuente: Archivo - Crédito: Museo Casa de la Reforma

Hacia la revolución
El 14 de marzo las medidas de fuerza aumentaron. El comité pro reforma, integrado por delegaciones de todas las facultades, decretó una huelga general sin plazo determinado y le ordenó a los estudiantes que se desempeñaban en puestos técnicos en la Universidad que los abandonen en el término de 24 horas.
Con el apoyo de la prensa cordobesa comenzaron a realizarse colectas para ayudar a los más afectados por la situación. Hasta los empleados que ocupaban puestos no técnicos se comprometieron a aportar el 5% de sus ingresos para asistir a los afectados.
Las marchas desbordaron las calles de la ciudad. Los alumnos se reunían en las plazas y se envolvían en banderas a los que daban discursos. La banda tocaba la Marsellesa y la gente entonaba la canción en un clima con aires de revolución.
En 1918 había cinco universidades públicas, con 18.000 estudiantes, en un país de casi 10 millones de habitantes; en la actualidad, las 56 universidades públicas reciben a 2 millones de estudiantes sobre una población de 44 millones.
Pese a la huelga, el rectorado convocó al comienzo de clases para el 1º de abril. No asistió ni un alumno, por lo que el Consejo Superior publicó el siguiente comunicado:
"Atento los reiterados actos de indisciplina que vienen realizando los estudiantes [.], inasistencia colectiva, medios violetos para impedir la matriculación de alumnos, falta de respeto a las personas académicas [.] que han perturbado la función docente y obstaculizado al consejo superior, el mismo resuelve clausurar las aulas de la universidad".
Algunos de los puntos por los que marchaban los estudiantes eran los siguientes:
- Autonomía universitaria: que la institución pueda elegir sus propias autoridades, sin injerencia del poder político, y proyectando sus propios estatutos y planes de estudio.
- Autarquía financiera: garantizar que las asignaciones presupuestarias establezcan un mínimo no modificable por los gobiernos.
- Gobierno igualitario entre docentes, graduados y estudiantes.
- Libertad de cátedra.
- Gratuidad y acceso masivo (esta medida no fue incluida hasta 1949).
Los estudiantes crearon la Federación Universitaria para centralizar la lucha en todo el país (11 de abril). Se reunieron con el presidente de la República y se decretó la intervención. El doctor José Nicolás Matienzo tomó el control de la Universidad el 16. Durante el mes que duró su evaluación, como medida más firme, resolvió levantar las penas que pesaban sobre los practicantes y luego regresó a Buenos Aires, para no interferir en las elecciones para la designación del nuevo rector. Se dispuso otro mes para dar lugar al proceso electoral.
Los candidatos a la rectoría fueron Enrique Martínez Paz (el hombre que contaba con el visto bueno de los alumnos), Alejandro Centeno y Antonio Nores.
El 15 de junio fue la votación. Nores obtuvo 15 votos, contra los 12 de Martínez Paz y los 10 de Centeno. Al no tener mayoría absoluta, se hizo una segunda votación, sin grandes diferencias. En la tercera, volvió a imponerse Nores. El resultado nunca pudo ser informado.

Un carro de policía lleva a estudiantes reformistas 
detenidos durante los acontecimientos del 15 de junio de 1918
Fuente: Archivo - Crédito: Museo Casa de la Reforma

Momentos de violencia
En la asamblea comenzaron los gritos, silbidos y petardos. Hubo golpes entre manifestantes y policías. Varios estudiantes terminaron heridos. En la suma de alumnos de todo tipo de enseñanza se menciona la presencia de los estudiantes de la escuela nacional de agricultura: "Iban en trajes de trabajo, calzando botas altas y recios garrotes", señalan las crónicas.
Los que se encontraban en la asamblea empezaron a descolgar los cuadros con figuras religiosas y los arrojaron por las ventanas destruidas. En el hospital de Clínicas, los alumnos llegaron al techo del edificio (la foto que simboliza la rebelión estudiantil).
Más allá de la revuelta estudiantil, fueron intelectuales y dirigentes políticos los que transmitieron el espíritu del cambio por toda América Latina. Durante una década, distintos conflictos por la reforma de la enseñanza ocurrieron Uruguay, Colombia, Ecuador, Panamá, México, Paraguay, Bolivia, El Salvador, Venezuela y, principalmente, en Cuba y Perú.
Todos estos actos generaron un impacto enorme en la opinión pública. LA NACION, que había publicado notas un año antes, sugiriendo la necesidad de una adecuación de los planes de estudios en la enseñanza argentina, cuestionó los hechos de violencia. "Nunca se ha visto en Córdoba un escándalo semejante [.]. El estado en que han quedado los salones de la universidad después de los sucesos impresiona como un campo de batalla. No ha quedado vidrio sano, ni puertas, ni ventanas. La calle está sembrada de despojos (.) A juzgar por las disposiciones que se advirtieron en la masa estudiantil, no parece que ha de ser fácil dar con una solución que satisfaga a los alumnos y deje a salvo los prestigios del alto cuerpo universitario", se escribió.
No hubo muertos, como se amenazaba en aquel diálogo inicial, pero 83 estudiantes fueron enviados a prisión y procesados por sedición.
La federación le envió una carta al interventor Matienzo: "La reforma implantada por usted ha sido defraudada por el juego de las camarillas que surgen en su ausencia. Elementos complotados [.] han pretendido imponer el despotismo de los círculos. La reforma es traicionada en su más íntimo ideal. Contra esa regresión se ha levantado una vez más la juventud. La Federación espera su presencia para salvar del derrumbamiento la histórica casa".
Las voces de apoyo no se hicieron esperar. Los alumnos de todo el país se enteraban de las noticias en los diarios y el intercambio de telegramas fue clave. Se consiguió la adhesión de la universidad de Tucumán y comenzaron las huelgas en todo el país. Universidades y colegios replicaron las huelgas: Rosario, Paraná, Tucumán, La Plata, Buenos Aires, Bahía Blanca, Chivilcoy...
Los alumnos de Córdoba comenzaron a recibir telegramas de apoyo desde todo el país:
- De la Federación platense: "¡Viva Córdoba revolucionaria! ¡Viva la juventud estudiosa liberal!".
- De la Federación tucumana: "Estamos de pie ante vosotros y junto a vosotros. Proclamamos la huelga por tres días".
- Del Dr. Juan B. Justo: "Anhelo el triunfo de la juventud que lucha contra la mentira y la rutina y hace cuanto puede por la emancipación intelectual".
- De Alfredo Palacios: "Como ciudadano y como profesor universitario, estoy con los jóvenes que luchan por la elevación de los estudios y por la desaparición de círculos funestos, que desprestigian la universidad. Incítoles a mantenerse firmes, sosteniendo sus ideas y sin cometer excesos, que siempre son repudiables. Mis mejores augurios".
Todo eso sucedió el día anterior al diálogo con el que comienza esta nota. Yrigoyen dio la orden de intervenir la Universidad nuevamente. José S. Salinas, ministro de Justicia, se hizo cargo de la situación. Y el 12 de octubre de 1918 se firmó el decreto con el nuevo estatuto para la universidad de Córdoba. El movimiento era muy sólido y los cambios inevitables. Las reformas se aplicaron varios años después en las distintas universidades del país.
Deodoro Roca, dirigente universitario y periodista, redactó el Manifiesto Liminar. Entre otras cosas, decía: "Se acaba de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monástica. El actual régimen universitario es anacrónico y se halla fundado sobre una especie de derecho divino. La autoridad en una institución universitaria no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñar, cuando no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, es tarea infecunda".
En 1925 se creó en París, Francia, la Asociacion General de estudiantes latinoamericanos, corriente inspirada en los estudiantes cordobeses. Hay quienes creen que fue un punto de apoyo del mayo francés, fundamentalmente por conceptos de Deodoro Roca, como "prohibido prohibir", mencionado años después en pintadas del movimiento cultural francés.

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