viernes, 15 de junio de 2018

A un siglo de la Reforma Universitaria: imágenes menos conocidas

Braginski, Ricardo. «A un siglo de la Reforma Universitaria de 1918: así fue y las imágenes menos conocidas». Clarín, 13 de junio de 2018, https://www.clarin.com/sociedad/reforma-universitaria-1918-imagenes-conocidas_0_SkVYoekbX.html.

"El movimiento se venía gestando desde hacía tiempo pero hubo una gota final que rebalsó el vaso de la historia. Fue el 15 de junio de 1918. Ese día una asamblea debía elegir al nuevo rector en la Universidad de Córdoba, donde cursaban unos 1.500 estudiantes. Ninguna mujer. La elección había sido forzada por los jóvenes cordobeses que desde el movimiento “Pro Reforma” venían exigiendo cambios profundos en una institución que se había anquilosado. Mientras las ideas democráticas avanzaban en todo el mundo, las cátedras y los profesores de las universidades argentinas todavía eran inamovibles, y estaban guiados por criterios clericales bien alejados de la ciencia.
Solo algunos datos: en Córdoba, las cátedras se recibían por herencia; los profesores no formaban parte del gobierno universitario; los egresados debían jurar sobre los Santos Evangelios; en la Biblioteca no había ni un sólo libro de Darwin ni de Marx."


En la “Docta”. Una manifestación de estudiantes en la 
Ciudad de Córdoba, en apoyo a la Reforma 
(Archivo General de la Nación).


Intervención de las fuerzas de seguridad en la 
Universidad de Córdoba, 1918 
(Archivo General de la Nación).


Una manifestación estudiantil en Córdoba, el 23 de junio de 1918 
(Archivo General de la Nación)




lunes, 11 de junio de 2018

La utopía de la Reforma Universitaria en 1918

Guevara, Celia. “La utopía de la Reforma Universitaria en 1918.” Conflicto Social, vol. 4, no. 5, Sept. 2014, pp. 35–57, http://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/CS/article/view/370.

"El surgimiento de la epopeya casi utópica de la Reforma Universitaria de 1918, está considerada por algunos investigadores como un hecho bastante inexplicable y se ha llegado a caracterizar a este movimiento como contra hegemónico.
En algunos casos, en los que se reconoce las falta de certeza respecto a sus orígenes y causales, se llega a decir que es necesario aceptar que puede haber constituido el resultado de un absoluto azar. 
Es decir, no hay causales, (siguiendo tal vez las premisas del movimiento posmoderno) o éstas aparecen como la consecuencia de pequeños deslizamientos sociales y fracturas mínimas que llegarán con el tiempo a producir ese fenómeno. Si bien tal vez se pueda aceptar esta programación general del mundo, partiendo desde el caos, como hipótesis de trabajo resulta por el momento inútil.
Por otra parte la mayoría de las hipótesis generales se basan en el reconocimiento de las condiciones sociales del mundo contemporáneo, las consecuencias de la guerra europea, la revolución rusa de 1917, la influencia de la revolución mexicana. Y en el plano local, la Ley Sáez Peña, las consecuencias socio-políticas de la ola inmigratoria y su correlato, el ascenso de las clases medias, las formas asociativas nuevas como las del partido radical, amplias y referidas a todas las provincias argentinas y a cada rincón de ellas, el gobierno de Yrigoyen y su apertura política, etc. Desde este marco histórico, casi siempre impecable, se indaga sobre los actores de esta epopeya."




lunes, 4 de junio de 2018

La rebelión de los hombres libres

«La rebelión de los hombres libres: Reforma Universitaria de 1918». UNC 400 años : historia y futuro, La Voz del Interior, 2012.



En el agitado invierno de 1918, los estudiantes profundizaron su lucha y lograron escribir un capítulo cuyas banderas aún flamean: la Reforma Universitaria.

"Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana".
La fuerza, la convicción, la claridad con que fueron dichas y escritas, hacen que las palabras del Manifiesto Liminar todavía vibren pletóricas de presente. El camino del gran movimiento que encendieron los estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba en 1918 sigue señalando un rumbo.

Artículo completo:
- Biblioteca FAUD-UNC Sede Centro: 378.4(823.2) Un58u
- Versión online: https://issuu.com/unc.ar/docs/unc_400_anios_historia_futuro_5



Manifiesto Liminar original publicado en La Gaceta Universitaria




¿En qué consistió la Reforma Universitaria de 1918?

Guillen, Luca. «¿En qué consistió la Reforma Universitaria de 1918?» NODAL, 1 de junio de 2018, https://www.nodal.am/2018/06/en-que-consistio-la-reforma-universitaria-de-1918/.

Romper la última cadena

La Reforma

El 15 de junio de 1918 en la Universidad de Córdoba comenzaba lo que la historia registró como «la Reforma Universitaria de 1918». Dicho movimiento reflejó una de las páginas más simbólicas y representativas de nuestra historia nacional contemporánea. Indudablemente forma parte de las notas distintivas que mayor prestigio nos deparara como país en el contexto de las naciones desde ese momento hasta nuestros días.La Reforma Universitaria dio origen a una amplia tendencia del activismo estudiantil. Los integrantes que movilizaron los sucesos de 1918 formaban parte de distintas agrupaciones estudiantiles. Provenían de diversas vertientes ideológicas y se definieron como «reformistas». Entre sus postulados se encontraban, y aún vigentes, la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, la periodicidad de las cátedras y los concursos de oposición.

«Acabamos de romper la última cadena»

Aquel Manifiesto Liminar de 1918, publicado el 21 de junio en «La Gaceta Universitaria», días después del histórico suceso y redactado por Deodoro Roca, proclamaba en su primer párrafo: «A los hombres libres de Sud América: acabamos de romper la última cadena». Cadena en la cual no podrán pasar inadvertidos eslabones históricos que marcaron la directa vinculación entre educación y las ideas reformistas en pos de una sociedad más equitativa y mejor preparada para tomar decisiones por su cuenta.

Antecedentes reformistas

En el curso de esa histórica cadena nadie podrá negar la incidencia reformista de Manuel Belgrano. Quien antes de ser vocal de la Primera Junta de mayo de 1810, ya sostenía que para lograr el bienestar, «no solo material sino también humano», era necesario fomentar la educación en todos sus niveles educativos y en todos sus géneros. A lo cual agregaba: «tanto en la ciudad como en la campaña». Pero además podríamos sostener, que así como Sarmiento representó el estadista que impulsó el laicismo y la obligatoriedad en la educación argentina, debemos a Belgrano el aporte de estimular la gratuidad y la incorporación de la mujer al sistema educativo.

Quién podrá negar como otro eslabón insoslayable de esa cadena, los aporte de aquella generación de fines de siglo XIX, que estableció una nueva «misión» para la escuela, salvando al país del analfabetismo crónico y quitándole a los sectores acomodados el monopolio del abecedario. Imposible despegar de todo esto a la prédica y los inteligentes postulados de Sarmiento, como así también a la progresista Ley de Educación Común N° 1420 de 1884.

Pero tampoco, nadie podrá negar el enorme valor reformista, en esta sucesión de hitos progresistas, de la Ley Sáenz Peña o Ley 8871. Ley sancionada por el Congreso de la Nación Argentina en febrero de 1912, que estableció el voto secreto y obligatorio por medio de la confección de un padrón electoral. La ley sancionada permitió, algunos años después, el triunfo de un partido popular y consagrar al radical Hipólito Yrigoyen como presidente del país, y sin cuya voluntad política nada de lo conseguido hubiera sido posible.

M’hijo el dotor

En 1918 había tres universidades nacionales: la de Buenos Aires fundada en 1821, la de La Plata nacionalizada en 1905 por el doctor Joaquín Víctor González surgida a partir de la Universidad Provincial de La Plata de 1897 y la Universidad de Córdoba fundada en 1613 por los jesuitas, conservando aún en 1918 muchas de las características elitistas y clericales de sus comienzos cuando los profesores llegaban a las cátedras a través de designaciones arbitrarias o directamente heredando los cargos [1].

Además de las tres universidades nacionales citadas (Buenos Aires – La Plata – Córdoba), existían dos universidades provinciales, que entre 1920 y 1922 pasarían a ser nacionales: la de Tucumán y la del Litoral. Mientras que es importante resaltar que a principios de siglo XX se habían fundado los primeros centros de estudiantes en la Universidad de Buenos Aires: en Medicina (1900), en Ingeniería (1903) y en Derecho (1905). La FUA (Federación Universitaria Argentina) había nacido en abril de 1918, nucleando a las distintas federaciones y organizaciones estudiantiles de las diferentes universidades, hecho pionero que dio sustento al inmediato movimiento reformista de Córdoba.

Esos estudiantes universitarios de Buenos Aires, La Plata y Córdoba, pertenecían en su gran mayoría  a familias de una reciente clase media formada a partir de la gran ola de inmigrantes europeos y de sus descendientes. El número de estudiantes en estas universidades había aumentado de 3.000 a 14 entre 1900 y 1918. Fueron ellos quienes comenzaron a exigir reformas que modernizaran y democratizaran la universidad.

El acceso a las universidades públicas generó fuertes enfrentamientos entre las clases medias y los miembros de la elite. La obtención de un título universitario significaba, para los sectores medios, la posibilidad de ascenso social, ya que era el requisito necesario para ejercer las profesiones liberales.

Mientras tanto, el gobierno radical de Yrigoyen apoyó a los estudiantes en la puja por implementación de las reformas y extendió las conquistas a las otras universidades nacionales.  Su expansión se verá además cuando en 1921 se realice en México, el Primer Congreso Internacional de Estudiantes que creará la Organización Internacional de Estudiantes.«Una vergüenza menos y una libertad más». En contexto

La Reforma universitaria no se redujo exclusivamente a ese año (1918), ni a la Universidad de Córdoba. Fue un episodio que puso en descubierto un espíritu de reformismo generalizado, teniendo un impacto político inmediato muy fuerte en todo país.En correlación con los sucesos que vivía Argentina y el mundo, en junio de 1918 la juventud universitaria de Córdoba inició un movimiento por la genuina democratización de la enseñanza, cosechando rápidamente la adhesión de todo el continente.«Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana»; continuaba el Manifiesto Liminar.

Contextualizando, agregamos que la reforma universitaria se desarrolló en los virulentos tiempos de la primera guerra mundial. A un año que los norteamericanos se incorporan a la guerra. A ocho meses de la revolución rusa. Pero también en tiempos en que Albert Einstein propuso su revolucionaria teoría: Teoría de la Relatividad General (1916).

A ocho años del comienzo de la revolución mexicana con un fuerte protagonismo de los sectores campesinos.  A casi dos años de la llegada del radicalismo al poder nacional.  Mientras que en Mendoza, en 1918 era electo gobernador el sancarlino José Néstor «el gaucho» Lencinas, cuya gestión se caracterizó por un fuerte sesgo reformista en el campo social [2].

Por ende, la Reforma Universitaria de 1918 no solo dio inicio a un cambio radical de la educación superior del país, fue animador protagónico de un momento histórico mundial, estableciendo un punto de partida en la naciente modernidad, anticipándose medio siglo al «Mayo Francés» y a las revueltas estudiantiles en Estados Unidos durante los ‘60 y ’70, extendiendo su influencia a todas las universidades del mundo. Más aún, habían pasado más de setenta años cuando, ante las protestas lideradas por estudiantes en la República Popular China, los postulados reformistas de Córdoba volvieron a cobrar vida en la Plaza de Tiananmén  (1989) ante la masacre y la persecución.

La lucha continúa

Luego de meses de luchas y tras el estallido de junio del ‘18, intervenciones de por medio y tomas universitarias, el 12 de octubre de 1918, se suscribió un decreto por parte de Yrigoyen, apoyando las reformas que contempló ampliamente los reclamos estudiantiles. Esa rebelión reformista marcó una ruptura con el elitismo dominante de la época y el nacimiento de la universidad autónoma y democrática.

La universidad pública, plural, gratuita y cogobernada es la característica de la educación argentina. Permitió pensar en un país con mejores oportunidades de desarrollo para todos, contando en su origen épico con el empuje de un grupo de estudiantes que tras una larga lucha tomó la Universidad de Córdoba, revirtiendo con su protesta una votación que había sido claramente manipulada por sectores conservadores del poder clerical.

Aquel reclamo persiguió el objetivo de abrir la enseñanza a las distintas tendencias, aceptando a todos los pensadores que tuvieran autoridad moral o intelectual para enseñar en las aulas.

Se propugnaba, por consiguiente, en las medidas reformistas: la libertad de cátedra, la asistencia libre, la periodicidad de la cátedra, el libre ejercicio de la docencia, los concursos para la distribución de cargos, la publicidad de los actos universitarios, la gratuidad de la enseñanza, los seminarios y formas de enseñanza donde el estudiante tuviera posibilidad de intervenir propositivamente y la extensión cultural por fuera de la estructura universitaria. En suma, la democratización de la enseñanza universitaria.

Las reivindicaciones reformistas bregaban además por la renovación de las anquilosadas estructuras universitarias, la implementación de nuevas metodologías de estudio y enseñanza, el razonamiento científico frente al dogmatismo, la libre expresión del pensamiento, el compromiso con la realidad social y la participación del claustro estudiantil en el gobierno universitario.

Concluyendo

El reformismo no debe reducirse a un glorioso momento histórico. Debe pensarse como el mejor legado para redefinir continuamente los postulados de la latente democracia y de todos los derechos humanos.

[1] Recordemos, digresión mediante, que en aquellas épocas virreinales la oferta universitaria en América era escasa. Además de la mencionada universidad cordobesa funcionaban por esos tiempos coloniales del virreinato del Rio de la Plata: la Universidad de Chuquisaca y, en la Capitanía General de Chile, la Universidad de San Felipe (hoy Universidad de Chile), donde estudiaron la mayoría de ilustrados cuyanos de los siglo XVIII y XIX.

[2] Un año antes a la reforma cordobesa, en Mendoza abrían las puertas a la formación técnica la actual escuela Ingeniero Pablo Nogués y a la formación docente la vigente Escuela Normal de Rivadavia, sumándose a las escuelas normales de Mendoza (I.E.S. «Tomás Godoy Cruz» de 1878) y la de San Rafael (I.E.S «Mercedes Tomasa San Martín de Balcarce» de 1915). Mientras la Universidad Nacional de Cuyo llegará a Mendoza recién en 1939.

Dirección General de Escuelas Mendoza

Principios reformistas

COGOBIERNO

Este principio sintetiza el gobierno de la universidad compartido por los diferentes sectores de la comunidad universitaria: docentes, graduados y estudiantes.

ASISTENCIA LIBRE – DOCENCIA LIBRE

La Reforma Universitaria sostiene que es fundamental respetar todas las corrientes del pensamiento y las tendencias de carácter científico y social, sin censuras ni prejuicios de ningún tipo. El principio de libertad de cátedra sostiene que cada cátedra tiene completa libertad para investigar y enseñar, y no puede ser supervisada académicamente. A su vez, la cátedra paralela sostiene la necesidad de que existan múltiples opciones para los estudiantes, quienes a su vez deben poder elegir entre ellas libremente, y la cátedra libre es el derecho de todo intelectual, científico, o artista, con idoneidad suficiente, a tener una cátedra para difundir su conocimiento.

PUBLICIDAD DE ACTOS UNIVERSITARIOS

Para los reformistas de 1918 es fundamental que la Universidad respete el carácter público de la información, que se difundan todas y cada una de sus medidas de gobierno para que todos los integrantes de la comunidad universitaria puedan ser participar democráticamente.

AUTONOMÍA UNIVERSITARIA

La concepción reformista considera que la universidad debe ser autónoma y auto-gobernada, la comunidad universitaria debe elegir sus propias autoridades sin injerencia del poder político, y darse sus propios estatutos y programas de estudio. La Universidad necesita libertad para que la investigación, docencia y extensión se concreten con excelencia

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA

La Reforma Universitaria supone el despliegue de la función de extensión que permite recrear la misión social de la Universidad a partir de asumir al conocimiento como un construcción social en donde la sociedad se beneficia con sus aportes y la Universidad se enriquece con otros saberes. La consolidación de espacios de diálogo con actores sociales, productivos, culturales y gubernamentales permite la construcción de agendas de trabajo colectivas y el fortalecimiento de las políticas públicas, especialmente para beneficiar a los sectores más vulnerables.

EDUCACIÓN LAICA Y ACCESO PARA TODOS

Según los ideales reformistas, la Universidad debe ser laica, es decir desvinculada de cualquier credo religioso, para que pueda cumplir con sus funciones en un campo de amplia libertad espiritual, diversidad de opiniones y saberes. A su vez, debe favorecer el acceso de todos a la Educación Superior, pues la enseñanza no puede quedar restringida a determinados grupos. Los estudiantes reformistas sembraron la semilla de la lucha y defensa por la educación gratuita y el ingreso irrestricto que daría frutos dos décadas después.

UNIVERSIDAD Y CIENCIA

La Reforma Universitaria promueve que la investigación científica sea realizada dentro de las universidades, para consolidar un sistema científico de excelencia, y con especial atención a los problemas y demandas de la región, y que los investigadores transmitan sus conocimientos al resto de la comunidad universitaria y a la sociedad, por medio de la enseñanza.

AYUDA SOCIAL AL ESTUDIANTE

El movimiento reformista, desde sus orígenes, fue un proceso democratizador, impulsor del libre pensamiento, modernizador. Por lo tanto, plantea que el conocimiento de alta calidad es un derecho de todos y cada uno de los ciudadanos/as, y no solamente reservado para una élite, como sucedía a principios del Siglo XX en nuestro país y el mundo. Así, la Universidad reformista ha desarrollado políticas activas que promueven el acceso a la educación superior y a lograr la permanencia de los estudiantes en la Universidad. Surgieron de este modo los sistemas de becas y ayuda al estudiante, y se ha desarrollado el área de Bienestar Estudiantil, al calor de los principios reformistas.

RELACIÓN OBRERO – ESTUDIANTIL

Los protagonistas del movimiento reformista plantearon lazos de solidaridad con el movimiento obrero, compartían sus preocupaciones y su visión se basaba en la idea de una universidad de puertas abiertas a la sociedad, y a todos los ciudadanos.

Cronología de la gesta estudiantil realizada por la Universidad de Córdoba

Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria

“La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América
Manifiesto de la Federación Universitaria de Córdoba –1918–.
Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.
La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta, porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y porque era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contra-revolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. […]
Nuestro régimen universitario -aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de Autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios, no solo puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la substancia misma de los estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: Enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no a una labor de Ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclama el sentimiento y el concepto moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de Ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla. Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de Autoridad que en estas Casas es un baluarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger criminalmente la falsa-dignidad y la falsa-competencia. […]
Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de una orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho sagrado a la insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son -y dolorosas- de todo el continente. Que en nuestro país una ley -se dice- la de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos. Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral los está exigiendo.
La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante solo podrán ser maestros en la futura república universitaria los verdaderos constructores de alma, los creadores de verdad, de belleza y de bien. […]
La juventud Universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de ‘hoy para ti, mañana para mí’, corría de boca en boca y asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la Universidad apartada de la Ciencia y de las disciplinas modernas. Las lecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de la Ciencia. […]
No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se titula rector de la Universidad de San Carlos ha dicho su primera palabra: “prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes”. Palabras llenas de piedad y amor, de respeto reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe de una casa de altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se siente custodiado por la fuerza y se alza soberbio y amenazador. ¡Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano de una democracia Universitaria!. Recojamos la lección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada, que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.
La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio de los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.
La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su Federación, saluda a los compañeros de la América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia.”
Enrique F. Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere, presidente. Gurmensindo Sayago, Alfredo Castellanos, Luis M. Méndez, Jorge L. Bazante, Ceferino Garzón Maceda, Julio Molina, Carlos Suárez Pinto, Emilio R. Biagosch, Angel J. Nigro, Natalio J. Saibene, Antonio Medina Allende, Ernesto Garzón.

21 de junio de 1918.

Así se gestó hace 100 años el estallido cordobés que inspiró al mundo con la Reforma Universitaria


Trenado, Juan Manuel. «Así se gestó hace 100 años el estallido cordobés que inspiró al mundo con la Reforma Universitaria». La Nación, 10 de marzo de 2018, https://www.lanacion.com.ar/2114885-asi-se-gesto-hace-100-anos-el-estallido-cordobes-que-inspiro-al-mundo-con-la-reforma-universitaria.

En momentos límite la tensión es inevitable. Alguien que quiere conservar la tradición, alguien que intenta modificar el curso de la historia. Ambas partes saben cuánto está en juego. Ninguno está dispuesto a ceder. En ese contexto, hace cien años, la educación argentina cambió para siempre. La Reforma Universitaria, que encontró su principal impulso en el estallido de los estudiantes cordobeses, no sólo permitió la reconstrucción de los planes de enseñanza en el país, sino que fue una inspiración para los alumnos de todo el mundo.
Para comprender las tensiones que dieron origen a esta revolución, basta con repasar el diálogo que el rector de la universidad de Córdoba, Antonio Nores, tuvo con Ismael Bordavehere y Enrique Barros, los representantes de la flamante Federación universitaria, el 17 de junio de 1918.
Nores, que tenía que asumir su cargo, eludió la manifestación y logró entrar a las instalaciones de la universidad de Córdoba por la puerta de la Facultad de Ingeniería. Luego invitó a los estudiantes a su despacho. Los jóvenes tomaron la palabra: "En nombre de la Federación venimos a poner en su conocimiento la gravedad del momento. La juventud está en las puertas de la universidad dispuesta a apoderarse de ella. Y ya lo ha visto: ha sonado el toque de atención de la policía y nadie se ha movido. Están dispuestos a hacerse matar. Venimos a pedirle la renuncia".
-¡Es un atrevimiento!, exclamó Nores.
-Es un exceso de sinceridad, doctor. No somos nosotros, es la juventud, el pueblo de Córdoba.
-Estoy dispuesto a jugar mi vida y si debe quedar el tendal de cadáveres de los estudiantes, que quede, pero yo no renuncio.
-¡Viene la masacre, doctor!
-La fuerza nacional y la fuerza policial están dentro de la Universidad, y si debe masacrarse, que sea. Pueden quedar dentro de la Universidad para calmar los ánimos y tratar de que esto se arregle mansamente.
-Nunca, doctor. Nos debemos a los que esperan afuera nuestra respuesta. Perder minutos es perder la vida de nuestros compañeros. La responsabilidad pesa sobre usted.
Tras este diálogo cargado de tensión, Nores llamó a los policías, que intentaron detener a Bordavehere y a Barros, pero lograron escaparse por la ventana.

El contexto propicio
El mundo estaba pendiente de la guerra en Europa y de la revolución bolchevique. La Argentina, en el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen, se debatía entre dilaciones políticas, con intervenciones en Jujuy, Corrientes, Salta y los conflictos por la huelga ferroviaria. El sufragio universal para los hombres había sido aplicado por primera vez en 1916. Córdoba estaba cerca de las elecciones para diputados.
En diciembre de 1917, el Consejo Superior de la Universidad suprimió el internado del Hospital de Clínicas, una medida que para algunos pudo ser apenas el aleteo de la mariposa, pero que desencadenó una serie de sucesos que condujeron al caos. El hecho generó las primeras protestas de los estudiantes y removió las profundidades de sentimientos contenidos durante años. Los estudiantes reclamaban que la anquilosada posición de la Universidad limitaba el desarrollo científico.
Primero fue una tibia carta al diario La Voz, en la que se pedía por los derechos perdidos en el internado: "Es una necesidad docente imprescindible, reconocida en todas las escuelas de medicina del mundo".
Luego, el 7 de marzo, el Consejo Superior tomó otra medida antipática, con la modificación del régimen de calificaciones. Los estudiantes de la cátedra de medicina, protestaron solicitando a los alumnos que no se inscribieran. También alentaron a los practicantes a dejar sus lugares en las clínicas.
Tres días después se llevó a cabo la primera protesta. "Muy concurrido estuvo el mitin de solidaridad estudiantil bajo los auspicios de los centros de medicina, ingeniería y derecho. [.] La columna recorrió las avenidas General Paz y Vélez Sarsfield. [.]", publicó LA NACION. Los jóvenes querían acelerar los trámites de la reforma, al tiempo que pedían que se derogaran las ordenanzas que los afectaban.

Manifestaciones de estudiantes en las calles de Córdoba
Fuente: Archivo - Crédito: Museo Casa de la Reforma

Hacia la revolución
El 14 de marzo las medidas de fuerza aumentaron. El comité pro reforma, integrado por delegaciones de todas las facultades, decretó una huelga general sin plazo determinado y le ordenó a los estudiantes que se desempeñaban en puestos técnicos en la Universidad que los abandonen en el término de 24 horas.
Con el apoyo de la prensa cordobesa comenzaron a realizarse colectas para ayudar a los más afectados por la situación. Hasta los empleados que ocupaban puestos no técnicos se comprometieron a aportar el 5% de sus ingresos para asistir a los afectados.
Las marchas desbordaron las calles de la ciudad. Los alumnos se reunían en las plazas y se envolvían en banderas a los que daban discursos. La banda tocaba la Marsellesa y la gente entonaba la canción en un clima con aires de revolución.
En 1918 había cinco universidades públicas, con 18.000 estudiantes, en un país de casi 10 millones de habitantes; en la actualidad, las 56 universidades públicas reciben a 2 millones de estudiantes sobre una población de 44 millones.
Pese a la huelga, el rectorado convocó al comienzo de clases para el 1º de abril. No asistió ni un alumno, por lo que el Consejo Superior publicó el siguiente comunicado:
"Atento los reiterados actos de indisciplina que vienen realizando los estudiantes [.], inasistencia colectiva, medios violetos para impedir la matriculación de alumnos, falta de respeto a las personas académicas [.] que han perturbado la función docente y obstaculizado al consejo superior, el mismo resuelve clausurar las aulas de la universidad".
Algunos de los puntos por los que marchaban los estudiantes eran los siguientes:
- Autonomía universitaria: que la institución pueda elegir sus propias autoridades, sin injerencia del poder político, y proyectando sus propios estatutos y planes de estudio.
- Autarquía financiera: garantizar que las asignaciones presupuestarias establezcan un mínimo no modificable por los gobiernos.
- Gobierno igualitario entre docentes, graduados y estudiantes.
- Libertad de cátedra.
- Gratuidad y acceso masivo (esta medida no fue incluida hasta 1949).
Los estudiantes crearon la Federación Universitaria para centralizar la lucha en todo el país (11 de abril). Se reunieron con el presidente de la República y se decretó la intervención. El doctor José Nicolás Matienzo tomó el control de la Universidad el 16. Durante el mes que duró su evaluación, como medida más firme, resolvió levantar las penas que pesaban sobre los practicantes y luego regresó a Buenos Aires, para no interferir en las elecciones para la designación del nuevo rector. Se dispuso otro mes para dar lugar al proceso electoral.
Los candidatos a la rectoría fueron Enrique Martínez Paz (el hombre que contaba con el visto bueno de los alumnos), Alejandro Centeno y Antonio Nores.
El 15 de junio fue la votación. Nores obtuvo 15 votos, contra los 12 de Martínez Paz y los 10 de Centeno. Al no tener mayoría absoluta, se hizo una segunda votación, sin grandes diferencias. En la tercera, volvió a imponerse Nores. El resultado nunca pudo ser informado.

Un carro de policía lleva a estudiantes reformistas 
detenidos durante los acontecimientos del 15 de junio de 1918
Fuente: Archivo - Crédito: Museo Casa de la Reforma

Momentos de violencia
En la asamblea comenzaron los gritos, silbidos y petardos. Hubo golpes entre manifestantes y policías. Varios estudiantes terminaron heridos. En la suma de alumnos de todo tipo de enseñanza se menciona la presencia de los estudiantes de la escuela nacional de agricultura: "Iban en trajes de trabajo, calzando botas altas y recios garrotes", señalan las crónicas.
Los que se encontraban en la asamblea empezaron a descolgar los cuadros con figuras religiosas y los arrojaron por las ventanas destruidas. En el hospital de Clínicas, los alumnos llegaron al techo del edificio (la foto que simboliza la rebelión estudiantil).
Más allá de la revuelta estudiantil, fueron intelectuales y dirigentes políticos los que transmitieron el espíritu del cambio por toda América Latina. Durante una década, distintos conflictos por la reforma de la enseñanza ocurrieron Uruguay, Colombia, Ecuador, Panamá, México, Paraguay, Bolivia, El Salvador, Venezuela y, principalmente, en Cuba y Perú.
Todos estos actos generaron un impacto enorme en la opinión pública. LA NACION, que había publicado notas un año antes, sugiriendo la necesidad de una adecuación de los planes de estudios en la enseñanza argentina, cuestionó los hechos de violencia. "Nunca se ha visto en Córdoba un escándalo semejante [.]. El estado en que han quedado los salones de la universidad después de los sucesos impresiona como un campo de batalla. No ha quedado vidrio sano, ni puertas, ni ventanas. La calle está sembrada de despojos (.) A juzgar por las disposiciones que se advirtieron en la masa estudiantil, no parece que ha de ser fácil dar con una solución que satisfaga a los alumnos y deje a salvo los prestigios del alto cuerpo universitario", se escribió.
No hubo muertos, como se amenazaba en aquel diálogo inicial, pero 83 estudiantes fueron enviados a prisión y procesados por sedición.
La federación le envió una carta al interventor Matienzo: "La reforma implantada por usted ha sido defraudada por el juego de las camarillas que surgen en su ausencia. Elementos complotados [.] han pretendido imponer el despotismo de los círculos. La reforma es traicionada en su más íntimo ideal. Contra esa regresión se ha levantado una vez más la juventud. La Federación espera su presencia para salvar del derrumbamiento la histórica casa".
Las voces de apoyo no se hicieron esperar. Los alumnos de todo el país se enteraban de las noticias en los diarios y el intercambio de telegramas fue clave. Se consiguió la adhesión de la universidad de Tucumán y comenzaron las huelgas en todo el país. Universidades y colegios replicaron las huelgas: Rosario, Paraná, Tucumán, La Plata, Buenos Aires, Bahía Blanca, Chivilcoy...
Los alumnos de Córdoba comenzaron a recibir telegramas de apoyo desde todo el país:
- De la Federación platense: "¡Viva Córdoba revolucionaria! ¡Viva la juventud estudiosa liberal!".
- De la Federación tucumana: "Estamos de pie ante vosotros y junto a vosotros. Proclamamos la huelga por tres días".
- Del Dr. Juan B. Justo: "Anhelo el triunfo de la juventud que lucha contra la mentira y la rutina y hace cuanto puede por la emancipación intelectual".
- De Alfredo Palacios: "Como ciudadano y como profesor universitario, estoy con los jóvenes que luchan por la elevación de los estudios y por la desaparición de círculos funestos, que desprestigian la universidad. Incítoles a mantenerse firmes, sosteniendo sus ideas y sin cometer excesos, que siempre son repudiables. Mis mejores augurios".
Todo eso sucedió el día anterior al diálogo con el que comienza esta nota. Yrigoyen dio la orden de intervenir la Universidad nuevamente. José S. Salinas, ministro de Justicia, se hizo cargo de la situación. Y el 12 de octubre de 1918 se firmó el decreto con el nuevo estatuto para la universidad de Córdoba. El movimiento era muy sólido y los cambios inevitables. Las reformas se aplicaron varios años después en las distintas universidades del país.
Deodoro Roca, dirigente universitario y periodista, redactó el Manifiesto Liminar. Entre otras cosas, decía: "Se acaba de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monástica. El actual régimen universitario es anacrónico y se halla fundado sobre una especie de derecho divino. La autoridad en una institución universitaria no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñar, cuando no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, es tarea infecunda".
En 1925 se creó en París, Francia, la Asociacion General de estudiantes latinoamericanos, corriente inspirada en los estudiantes cordobeses. Hay quienes creen que fue un punto de apoyo del mayo francés, fundamentalmente por conceptos de Deodoro Roca, como "prohibido prohibir", mencionado años después en pintadas del movimiento cultural francés.